Cielo, corazón y sol

Manzanillo, Granma. – Salet María Muñoz Quesada tiene 12 años de edad y es el corazón de muchas personas. A los seis meses de vida le confirmaron trisomía libre 21, es decir, en ese número de cromosomas, la niña tiene tres pares, 47 en total, un filamento más ordenado de ADN con mayor base de amor.

Miedo, incertidumbre, preguntas, todo rondó a Carmen Lilia, la joven madre, hasta que el grupo “Aprendiendo a crecer”, para familias con alguna persona con síndrome de Down fue bálsamo y calma, serpentinas y luces.

Salet creo que fue la primera niña pequeña que tuvo el programa. Conocerlos a ellos, que nos acogieron como si fuéramos familia, nos cambió la vida. Salí de ahí como si no tuviera problemas. Hoy siguen siendo mi familia.

“Es una bendición en nuestras vidas: la niña más amorosa, más cariñosa, más inteligente, lo sabe y habla todo, entiende. Se ríe, canta, juega, baila, se acuesta y amanece cantando”.

“Para mí la diferencia es un regalo, y ella me ha dado esa lección: que uno piensa que todo tiene que ser una norma, como te lo explican, como tú lo conoces y, al final, la vida te da sorpresas maravillosas y en esa diferencia es donde uno conoce de verdad lo que es el amor”.

Impulsó mis estudios de Licenciatura en Educación Especial porque un niño con necesidades educativas especiales es un mundo entero, diferente a lo que tu conoces. Más sensibilidad por los demás y por la vida, por lo que es diferente, esa es la lección que me ha dado mi hija.

“Me hace más fuerte con amor y con alegría, no con sufrimiento. Vivir con ella es un regalo, para mí y para toda la familia. Los límites los pone ella, no yo. Aprenderá todo lo que quiera y va a ser feliz.”

Salet María es una de las niñas fundadoras del proyecto de teatro infantil La Colmenita Corazón Gigante, de Manzanillo, que dirige la instructora Yaquelín Veliz Montero.

“Tiene esa gracia y ese talento que la hace grande: se emociona ella y nosotros al ver cada paso, cada movimiento que lo hace y con la entrega que lo realiza. Ella llega al corazón”, cierra la actriz.

Muy cerca, la niña asiente y afirma: “Claro que sí. Yo los quiero a todos y le mando un abrazo grande, como la Colmenita.”

Salet María es cielo y sol, arrullo de ilusiones, besos como agua fresca en abrazos y sonrisas, en los amorosos amaneceres Carmen Lilia, su mamá.

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