Convertir la cultura del detalle en práctica cotidiana

En ocasiones lleva tiempo y es difícil, pero tenemos que convertir la cultura del detalle en práctica cotidiana, estemos donde estemos. Es un primer paso, muy importante, para ordenarnos y para sistematizar prácticas donde todo lo que hagamos o intentemos hacer lleven consigo calidad y ese alma, corazón y vida que necesitamos.

No hay razones para mostrar un producto feo, con diseño descolorido o mal concebido, tampoco para mostrar un lugar desaliñado o un local donde las puertas o ventanas estén mal hechas o colocadas,  o exponer productos que sabemos no tienen ni tendrán nunca salida porque su calidad es pésima o su diseño es peor. Eso no nos ayuda aunque conocemos que la escases de materias primas impacta y duro.

Pero hablamos de la atención personalizada, que en el orden subjetivo no lleva recursos materiales pero sí dosis y amplias dosis de sensibilidad humana.

Por ejemplo, la respuesta adecuada en el momento adecuado, la aptitud que resulta necesaria para atender al público que es diverso, el conocimiento de la labor que se realiza dondequiera que la desempeñemos, el hacer bien o darlo todo hasta en lo mínimo que nos corresponda, incluso en responder los buenos días o las buenas tardes cuando nos enfrentamos a un cliente en una tienda o lugar de servicios.

En ocasiones consideramos a las personas como robots, porque necesitamos vender a toda costa o todo costo, como aquello que lo toman o lo dejan, aún cuando el servicio sea pésimo o no convenza.

La cultura del detalle lleva también orden y planificación, ¨bomba¨, sensibilidad, supervisión, orientación y claro también recursos materiales.

Pero cuando tenemos poco, es cuando más debemos esmerarnos en hacer las cosas mejor porque demanda creatividad, iniciativa e ingenio colectivo y personal, para convertir lo imposible en algo posible. Son las heroicidades cotidianas a las que debemos enfrentarnos para neutralizar nuestras carencias materiales.

¿Por qué unos con similares problemas pueden y otros no? ¿Por qué hay personas que ofrecen ejemplos sistemáticos de buenas prácticas y otros no?

Pasar por una calle y contemplar un hueco después de sellado un salidero, que va profundizándose más en la medida que transitan los vehículos, sin una respuesta en el momento que se hizo la reparación, molesta; exhibir productos de mala calidad y que no entran por los ¨ojos¨ del cliente y llevan tiempo de exposición y no se compran, tampoco es una buena práctica; entrar a un establecimiento con muy escasa iluminación donde apenas se puede divisar qué se vende, es una práctica que aleja al cliente; sobre eso podríamos citar otros malos ejemplos que necesitamos desterrar para comenzar a desandar un camino mejor durante el 2023.

En cualquier caso es un asunto de disciplina, exigencia, rigor personal y colectivo en lo que hacemos. Porque cuando llegamos a otros sitios y las personas nos atienden bien, y todo está ordenado se respira otro aire, y el primero es el respeto por lo que hacen y a los demás también en primer lugar. A eso aspiramos, a que las buenas prácticas sean regla y no la excepción, es lo que verdaderamente nos ayuda ahora.

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