Aquel Primero de Mayo fue inolvidable

La Revolución es hija de nuestros propios empeños

La celebración por la unidad, significa enaltecer lo popular, que es raíz cultural y tributa razones para luchar por nuestra soberanía e independencia. La fiesta ha sido postergada hasta el viernes. Sabido es que razones mayores obligaron a tomar la decisión. Sin embargo, el Primero de Mayo- Día Internacional de los Trabajadores-, sigue siendo motivo de jolgorio en Cuba, al contrario a otras naciones en el mundo.

Es justo por ese inédito hecho para el resto del mundo, que cada año por esta fecha nos acompañen miles de amigos de todas las latitudes para mantener viva la luz de la esperanza, en una nación donde la esperanza día a día se cultiva a pesar de las enormes dificultades y obstáculos que enfrentamos.

Por experiencia que nos deja la historia, aprendimos que sin unidad no hay Revolución, porque la Revolución es hija de nuestros propios empeños y también del propósito de seguirla cuidando y reinventando enfrentando la solución a los retos y desafíos que son cada vez mayores y nos impone la historia. Mira si lo sabremos.

Cuando los amigos nuestros, foráneos, que viven más allá de fronteras se refieren a los cubanos lo hacen con la convicción de que hablan de una isla-resistencia, donde no hay mucho materialmente hablando, pero donde no se ha perdido el rumbo para alcanzar la mayor justicia social posible, aunque desandar ese camino conlleve tropezar con más piedras que luces.

Reto al fin, las heroicidades de este pueblo se atribuyen a esos momentos donde nos atrincheramos para cerrar filas, y lograr pequeñas victorias que en su sumatoria se convierten en algo más grande porque nadie, como nosotros mismos, hemos tenido que enfrentar un despiadado cerco económico por más de seis décadas, y sobrevivir. Saltar ese enorme cerco siempre es una victoria.

Entonces desfilar por parques o plazas, en cada municipio o centro laboral, no significa un mero cumplimiento para celebrar una fecha histórica. Significa convicción de que seguimos confiando, reafirmando, luchando por cada idea, defendiendo nuestro propio derecho a existir bajo términos propios, para construir el rumbo que elegimos por mayoría.

Cuando se llega a esa convicción, es como si nosotros mismos haláramos Cuba entera, como si sobre nuestro ser cabalgarán millones de compatriotas, con el peso de un himno sagrado y una bandera de estrecha solitaria que jamás dejaremos mancillar.

En Cuba, la celebración del Día Internacional de los Trabajadores, siempre será así de sagrado.

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