? Pasiones

Manzanillo, Granma. – Hace más de cuarenta años, las vidas de Zoraida Luna Ortiz, María Antonia Sosa Bring y Rosa Reyes Rosabal coincidieron en aptitud y pasión: la enfermería, profesión desde la cual crecen en el amor y la destreza de servir por los demás. Las tres laboran en el policlínico Ángel Ortiz Vázquez, de la ciudad, de la oriental provincia de Granma.

María Antonia rememora que ha dedicado 22 almanaques a la atención primaria de salud en un consultorio del médico y la enfermera de la familia de la mencionada área de salud, de la urbe conocida como la Perla del Guacanayabo.

“Hay que darlo todo con mucho amor porque es como único las tareas salen bien. Estoy más cerca del individuo, conozco su situación familiar y social, los problemas de salud.”

– ¿Llega a ser la enfermera parte de la familia de los pacientes?

– “Sí como no, por supuesto. Me queda la satisfacción de poder ayudar a los demás porque día a día conocemos cómo anda la familia y sus situaciones, las alternativas que podemos buscar para solucionarlas. Me siento realizada.”

Dice que en su familia hay varios sobrinos que son médicos y que solo ella es enfermera.  Rosa Reyes Rosabal también dejó huellas por más de 20 años como “seño” de un consultorio del médico y la enfermera de la familia.

Hoy, esta carismática mujer deja impronta en la consulta de regulación menstrual: “Lo primero que nosotros hacemos cuando las jovencitas vienen a esta consulta es conversar con ellas, se le explica las interioridades de ese procedimiento, que es muy doloroso. Después se orienta ir a las consultas de planificación familiar, del área de salud.

“Sí, es como dices, somos como las madres o abuelas, como las tías porque en todo momento la mimamos y atendemos bien porque este proceder médico es agudo y estamos en el deber de acompañarlas cada instante.

“No sabría explicarte, pero si volviera a nacer sería enfermera. Este año me correspondía la jubilación, pero no la asumiré porque aun tengo fuerzas y vitalidad para continuar trabajando.”

– ¡Elegancia y belleza, también!

– “Sobre todo eso, que es muy importante”, dice Rosa y el rostro dibuja una pícara sonrisa.

Zoraida hace honor a su primer apellido: luna, porque es un espejo de sensibilidad y talento, de amor por su trabajo, la pasión de entregarse sin medidas para que a los labios de pacientes y acompañantes regresen las sonrisas.

“Son tiempos complejos para nuestro sector, pero siempre está el compromiso de trabajar y hacerlo bien. Es acción rápida porque los pacientes que llegan aquí vienen en condiciones de emergencia o urgencia y hay que actuar rápido.

“Me llevaron hasta Venezuela a cumplir misión. Estando en esa nación hermana, cuando empeoró la situación de la Covid – 19 en la Isla me regresaron a laborar en un contingente, fue un período duro, pero de muchas lecciones. Venezuela me enseñó a valorar mucho lo que hacemos y tenemos los cubanos.

“Vocación, ternura y amor, todas esas palabras juntas debe tenerlas en su actuar diario una enfermera. Lo más lindo que me puede suceder es que algún paciente se me acerque en la calle para agradecerme por devolverlo a la vida, a la familia. Me llena de orgullo y felicidad.”

– Muchas felicidades a usted y sus colegas.

– “Gracias, amor, gracias.”

Zoraida, María Antonia Sosa Bring y Rosa son tres consagradas enfermeras que cada amanecer salen con  hermoso y noble propósito: cuidar la salud y la vida de las personas.

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