Raúl Ramírez Betancourt: ser médico, la mejor decisión de mi vida

Cuatro misiones internacionalistas, tres de ellas en Venezuela, es el tesoro mayor que conserva en su memoria el Doctor Raúl Ramírez Betancourt, Jefe del Centro de Diagnóstico Integral “Amelia Blanco” en el Distrito Capital.

Con 57 años de edad, a este profesional se le enciende la mirada y evoca aquellos primeros momentos cuando llegó a un lugar alejado a servir al pueblo venezolano, e hizo el primer parto, muy difícil, con los nervios a flor de piel, a una mujer con anemia y descompensada; todavía le parece escuchar el llanto de la criatura que nació fuerte, como un canto a la vida.

Así empezó su historia.

“No era mi vocación la Medicina, tenía afición por la carrera militar, empecé a estudiar en la Escuela Interarmas “General Antonio Maceo” cuando terminé el Preuniversitario, entonces decidí acogerme a la Orden 18 del Ministro de las FAR, y opté por Ciencias Médicas, ahí fue donde desarrollé mi vocación por esta carrera, me gradué en 1993  y una vez graduado, ejercí en un consultorio médico, en el municipio Cueto, allí laboré durante seis años, fue un trabajo bonito, comunitario, en una zona alejada, en ese lugar también ejercí como delegado del Poder Popular, representando a esa comunidad, que estaba en una situación compleja, sin corriente, así que tuve esa doble experiencia, médico de familia y delegado, y ayudé a mis electores a buscar solución a sus demandas”.

Desde el año 2001 el Doctor Raúl llegó a Venezuela, como médico de comunidad en el Programa Integral de Salud; luego en la Misión Barrio Adentro en el 2003 prestó servicios en el municipio Sucre, Estado Miranda.

Posteriormente, a su regreso a la Patria cumplió innumerables responsabilidades, estuvo en Belice por tres años, y en el 2021 volvió a la tierra bolivariana, donde dirigió primero el Centro de Diagnóstico Integral “Pedro Fonte”, y ahora el “Amelia Blanco”.

Una larga y rica hoja de servicios de este profesional de la salud, que nunca en su adolescencia soñó con ser médico, y nos confiesa que fue sólo el amor por una enfermera, su actual esposa de tantos años, la razón  que le hizo acercarse a este mundo mágico de la Medicina, que le entró por las venas desde entonces y para siempre, en lo que cataloga como “la mejor decisión de mi vida”.

De cómo poco a poco empezó a adentrarse en la carrera confiesa que “me llamó la atención, vi el trabajo de los médicos, de enfermería, una obra tan humana y descubrí que me gustaba eso, quería ser internacionalista y la Medicina me daba la oportunidad, entonces opté por esa carrera, también alentado por las enseñanzas del Comandante en Jefe, quien fomentó la solidaridad entre los pueblos, y le dio prioridad a la Salud Pública”.

El Doctor Raúl habla con mucho orgullo del colectivo del Centro de Diagnóstico que hoy dirige, el “Amelia Blanco”, el cual presta atención comunitaria y cuenta con una Sala de Rehabilitación, 17 consultorios, una Óptica con su taller y es, además, CDI Escuela, pues allí se preparan nuevos colaboradores.

Hoy insiste en realzar el honor de vestir la bata blanca cuando en nuestra región se celebra el Día de la Medicina Latinoamericana, pues “es algo honroso, es saldar nuestro compromiso con la humanidad, en los países donde ejercemos nuestra misión trabajamos con poblaciones con poco acceso a los servicios, y ello constituye un trabajo formador como profesional, pero además, humano, demuestra la vocación internacionalista de nuestro pueblo. Tal y como yo lo hago aquí en esta nación hermana, lo hacen otros colegas cubanos en todos los continentes, es un orgullo estar aquí, próximo a celebrar el Día de la Medicina Latinoamericana formando parte de este equipo profesional y abnegado”, subraya.

Al médico cubano lo distinguen varios rasgos excepcionales, dice el Doctor Raúl, entre ellos “sentido de humildad, la dedicación al paciente, en muchas partes del mundo la medicina es privada, y el profesional cubano de estas ramas ve al paciente desde el punto de vista integral, lo trata con cariño, eso nos diferencia de los médicos de otras latitudes”.

Y con mucha seguridad, reafirma que esta es una carrera que no abandonará mientras tenga fuerzas para continuar ayudando al prójimo, pues “generalmente siempre decimos que nunca dejamos de ser médicos, por mi parte, hasta el último día de mi vida continuaré ejerciendo mi trabajo si mi salud me lo permite, unas veces frente al paciente o como en estos momentos, coordinando la labor de un colectivo, como hacemos en Venezuela o en Cuba cuando retornemos a la Patria”.

Y asegura que este amor a lo que hace con tanta pasión le acompañará siempre, porque “Para mí la Medicina es lo más bello que me ha sucedido, he visto el sufrimiento de los pacientes, pero también como se recuperan y vuelve la felicidad, cómo nos agradecen después que mejoran de una dolencia o un padecimiento, es muy gratificante eso, ese es nuestro mayor premio”.

En el advenimiento del Día de la Medicina Latinoamericana, es la historia del Doctor Raúl Ramírez Betancourt quien asegura que ser médico fue la mejor decisión de su vida.

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