Recuerdos del aire: Adolfo Gil (92)

Adolfo Gil Izquierdo fue uno de los hombres de radio que más contribuyó a la introducción y al desarrollo de la radiodifusión en Cuba.

Hombre pocas veces mencionado, Adolfo Gil nació en Yucatán, México, el 26 de agosto de 1903. Su familia se trasladó a Cuba cuando el futuro técnico apenas tenía 12 años de edad.

Inició su carrera como aprendiz con los ingenieros que operan la emisora PWX de la Cuban Telephone Company y la culmina después de 47 años de intenso trabajo, como responsable del Departamento Técnico de Radio Progreso, donde contribuyó al mantenimiento de una de las más importantes Cadenas Radiotelefónicas que cubren el territorio nacional.

Desde los años 20, Adolfo Gil, que trabajaba como Contador en una casa dedicada a la venta de bicicletas y efectos eléctricos comenzó a interesarse por aquella novedad técnica llamada Radiofonía, y, como muchos jóvenes de la época, comenzó a construir pequeños trasmisores de así como circuitos para aparatos de radio, entre los cuales el más popular era el célebre radio de galena.

En 1926, después de tres años en que se consolida su experiencia técnica, Adolfo Gil se asocia con Miguel Troncoso, uno de los dueños de una tienda de bicicletas para instalar lo que pasó a ser una de las empresas radiodifusoras que hubo en Cuba: la 2WX, inaugurada en 1927.

La firma Gil y Troncoso logró un convenio para instalar sus equipos en la azotea del edificio del influyente periódico Diario de la Marina.

En la emisora 2LC Adolfo Gil conoce a René Cañizares, más tarde animador de programas, narrador y comentarista deportivo., quien había debutado como cantante en inglés en junio de 1923.

Cuando Gil instala la emisora CMW en la azotea del edificio del Diario de la Marina, va en busca de dos objetivos: una situación favorable, en el punto más céntrico de La Habana de entonces (justo al frente del Capitolio Nacional), y la posible captación de anunciantes dentro del sector español, que controlaba por esos años la industria y el comercio.

José Ignacio Rivero, por entonces director del Diario de la Marina, se destacaba como vocero del numeroso e importante núcleo de españoles residentes en Cuba, dentro del cual se encontraban los principales inversionistas que podían interesarse en la radiodifusión como vehículo comercial.

Teniendo en cuenta ambos factores, la empresa inició sus actividades artísticas independientes, pero utilizando como emblema comercial la identificación CMW del Diario de la Marina.

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