Salvadores de almas, 19 años después

Cuando hace 19 años en medio de la Batalla de Ideas, nació la Brigada José Martí de Instructores de Arte, nadie podía imaginar la connotación que casi dos décadas después tendría un Proyecto surgido en el fragor del combate de pensamiento y razones. Y mucho menos que esa pasión y amor llegaría a otras tierras hermanas. Entonces, el sueño se hizo realidad.

Lilian Leyva Téllez, asesora de la Misión Cultura en el Estado venezolano de Portuguesa es de la tercera graduación de la Escuela de Instructores de arte Nicolás Guillén, Camagüey y hoy recuerda con mucho orgullo los giros que dio su vida cuando decidió convertirse en instructora de arte, y llegar a Venezuela para compartir sus conocimientos y su cariño en una tierra hermana.

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“Venimos de un proyecto de la Revolución, fuimos iniciadores,  y nos enaltece fortalecer y enaltecer la cultura cubana desde las comunidades, el mayor estímulo es salir de nuestro país y acercarnos a otras costumbres de una nación tan cercana a nosotros, y concatenar las tradiciones de los dos pueblos hermanos, eso nos une y engrandece más”, argumenta, mientras confiesa que “trabajar con los niños es apasionante, llegamos a zonas vulnerables, sumamos a niños sin intención artística, y se van enamorando de lo que hacemos, y uno ve cómo después la cultura es parte imprescindible de sus vidas, lo cual los convierte en mejores seres humanos. Mi huella mayor está en las comunidades, en apreciar los resultados del trabajo artístico y pedagógico con esos pequeños. Y por supuesto, si volviera a nacer sería instructora de arte”, afirma mientras sonríe.

Son las mismas confesiones y sentimientos los que transmite  Dayron Martínez Cordero, asesor de la Misión Cultura en el Estado Bolívar, quien pertenece a la segunda graduación de las Escuelas de Instructores de Arte. Este joven egresado de la Escuela “Federico Engels”, de Pinar del Río no vacila al responder que “esta es la profesión que siempre amé, me gusta y la escogería nuevamente, me encanta el teatro, la actuación. Y Venezuela es una escuela, nos ha dado madurez, estamos lejos de nuestro país, de nuestras familias, pero aquí encontramos mucha gente buena y agradecida que se ha convertido en otra familia”.

Martínez Cordero significa que “esta profesión me ha cambiado, me ha hecho crecer, te das cuenta cuánto puedes significar para otros seres humanos, el pueblo venezolano vive agradecido de lo que hacemos, de la semilla que dejamos sembrada, y aquí está nuestra huella, venimos de Cuba y este es nuestro sello”.

Los recuerdos también afloran en el corazón y la mente de Raúl Bernier Lezcay, asesor de la Misión Cultura en el Estado de Aragua, quien es de Santiago de Cuba y proviene de la primera graduación.

“En un inicio fue un trabajo arduo, difícil, era un proyecto nuevo que tenía que sedimentarse, teníamos que lograr que creyeran en nosotros, en lo que podíamos hacer, pero superamos todos los obstáculos, nos hemos adentrado en el conocimiento cultural, llegamos a las escuelas, a las comunidades, nuestro público sabe hoy más de arte por nosotros, ha sido fabuloso sentirme enamorado de mi trabajo y compartir con personas de todas las edades. Hoy digo que Venezuela ha sido una extensión de experiencias, de enriquecimiento espiritual mutuo, nos vamos de este país con el compromiso de transmitir en la isla lo que aquí aprendimos y con la certeza de que cumplimos con el deber”.

A 19 años del nacimiento de la Brigada José Martí de Instructores de Arte, hay sentimientos renovados de estos jóvenes que en Cuba y en Venezuela han salvado almas en dos tierras hermanas para iluminar la esperanza.

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