Venezuela en el corazón

Formada como médico en la Patria de Martí y Fidel, la Doctora Lisandra Torres nunca soñó con la idea de que un día, ya como especialista, atravesaría mares y llegaría a una tierra hermana para vivir una experiencia indescriptible.

Preparada como ecografista, a su llegada a Venezuela, estuvo en lugares muy apartados, donde la vida no es fácil, pero donde también el amor de sus habitantes la hizo comprender que hay razones más grandes que mueven a los seres humanos.

Lisandra estuvo en el Estado Delta Amacuro, de la Región Guayana, en el Delta del Río Orinoco, bañado por las aguas del Océano Atlántico y con población indígena. Ahora trabaja en el Estado de Anzoátegui, donde su desempeño es vital.

“Soy ecografista, laboro en varios Centros de Diagnóstico Integral, pero radico en el CDI Campo Claro, elevando el índice de consultas, brindando mis servicios con calidad, esa es mi principal responsabilidad”, dice esta joven.

Por su parte, el Doctor Enrique Ávila Ginarte procede de Bayamo, en la  provincia Granma. En su primera misión estuvo en el Estado fronterizo de Táchira, donde también enfrentó duras complejidades, pero en un sitio donde se sintió útil y muy querido por sus pacientes. Ahora vuelve a esta tierra, para laborar en el Estado de Anzoátegui, donde “llevo dos meses en la Misión como médico, ortopédico y traumatólogo, y me preocupo por atender con excelencia a la población venezolana, he realizado operaciones, consultas diarias a los pacientes y mi mayor satisfacción es constatar su agradecimiento”, precisa.

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Para el Doctor Ávila “es un orgullo prestar servicios en Venezuela, como joven cubano y revolucionario es un inmenso reto representar mi país en esta nación y brindarle mis conocimientos al pueblo venezolano, he asumido tareas y funciones que no he hecho en Cuba, hago trabajo comunitario, he laborado en hospitales, Grupos de Bomberos, Aeropuertos, son vivencias que me consolidan mi formación, en estos dos meses mis relaciones con la población venezolana son magníficas”.

Para ambos especialistas, como lo aseguran todos los colaboradores que están en Venezuela, venir aquí es engrandecer el alma y sentirse mejores seres humanos.

“Llevo 18 meses en Venezuela, la experiencia me ha aportado como ser humano, como joven,  dejas atrás a la familia, a tus hijos, pero te reconforta prestar servicios a los más desfavorecidos que necesitan mucho de tí,  te enfrentas a  una cultura y tradiciones diferentes, incluso  medicamentos y enfermedades distintos, y cierras los ojos, y dices, tengo que aprender mucho, apoyar en todo lo que pueda, la Revolución me necesita y debo llegar a mi país y narrar todo lo que enfrenté con el deber cumplido”, asegura Lisandra.

El Doctor Enrique Ávila Ginarte es rotundo: “Esta es mi segunda misión, antes fueron tres años como médico fisiatra en el estado fronterizo de Táchira, y una de las cosas que me hizo regresar es apoyar a mi país, y poner mi grano de arena para fortalecer los lazos de amistad y de hermandad entre los pueblos venezolano y cubano que siguen creciendo desde que Chávez visitó nuestro país; si me piden regresar lo volvería a hacer, para prestar mis servicios y conocimientos a este pueblo amigo”.

Lisandra recorre los meses en la Misión y siente que vuelven los pasajes de momentos duros, cuando vivió en condiciones muy adversas, y sin embargo, donde sintió en su piel y en su alma el cariño de tantas personas agradecidas.

“Vivir en el Caño fluvial en el Estado Delta Amacuro ha sido lo más difícil, está a tres horas de la capital del propio Estado, hay que atravesar por el Río Orinoco en lancha, hay muchas complejidades, pero fue también lo más bello que pude hacer en esta misión, allí realicé actividades que nunca realicé en Cuba, desde realizar partos hasta atender pacientes graves, salvar muchas vidas, y te sensibiliza llegar a ese grupo poblacional de indígenas, compartir con ellos, ver cuánto te necesitan, y también aprendes a querer más a tu Patria”, manifiesta con lágrimas en el rostro esta muchacha cubanísima.

¿Que llevas en tu corazón para Cuba? le pregunto, y entonces su respuesta no se hace esperar: “me llevo a Venezuela en mi corazón”.

Así, en Anzoátegui, médicos jóvenes que han laborado en Estados fronterizos, escriben día a día una historia de solidaridad que quedará para siempre en las páginas de la hermandad latinoamericana.

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