Victoria y María, hermanadas por la sangre y por el amor

Las Doctoras Victoria y María Jamieson González son mellizas, que de la estirpe de una mujer aprendieron a amar la Medicina, la Docencia, la Patria.

“Nuestra madre es médico y estuvo aquí en tierra bolivariana durante cinco años cumpliendo misión, lo cual fue un reto para ella y para nuestro padre que nunca se ha separado de nosotras. Ella es un paradigma, ha cumplido misión en Venezuela, Brasil, Haití y ahora se desempeña en Cuba, nosotras tenemos ese ejemplo, es un reto ser mujer revolucionaria, en Cuba la Revolución nos necesita y siempre podrá contar con nosotros”, confiesan.

Con esa estirpe, la que le inculcan sus padres y en especial, con la vocación sembrada por su madre, la Doctora y profesora María Victoria, las jóvenes santiagueras Victoria y María, recién graduadas en la especialidad de Medicina General Integral, decidieron seguir los caminos del internacionalismo y hoy están en Venezuela.

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En sus palabras narran cómo decidieron responder al llamado del internacionalismo: “Acabamos de  terminar la especialidad de Medicina General Integral y dimos el paso al frente para cumplir misión internacionalista, nos avisaron en mayo que veníamos en junio para Venezuela y nos pusimos contentas, porque la decisión siempre fue venir juntas en el momento en que hiciéramos misión internacionalista, fue una alegría en la familia, nuestros padres estaban felices porque sabían que íbamos a venir acompañadas y así enfrentar esta tarea que se nos encomendaba”

Victoria y María son Vicecoordinadoras Docentes, en Centros de Diagnóstico Integral del Distrito Capital, Caracas. Victoria, en el CDI “Los Cedros” y María en el “Ludovico Silva”, conocido como “Santa Rosalía”.

“Cuando llegamos trabajamos en consultorios en Carabobo como médicos de comunidad, directamente con la población, pero en el Distrito Capital asumimos como Vicecoordinadoras Docentes, e incluso, la coordinación  de centros de diagnóstico cuando hizo falta, fue algo nuevo porque en Cuba éramos médicos de comunidad, pero siempre nos apoyaron los profesores”, dice María.

Y Victoria añade: “Se nos tornó difícil, ya que uno llega a un país desconocido, con costumbres diferentes, nuestra prioridad fue dar un trato de respeto a la población, los pacientes reconocen nuestra forma de ser, nuestra atención, ellos distinguen a los profesionales cubanos, nos preocupamos por ellos, vamos a sus casas, todo ello en un escenario diferente, pero con el día a día de nuestro quehacer nos fuimos acostumbrando y hemos sido reconocidas por nuestro trabajo”.

Hoy ya cuentan anécdotas de sus vivencias en Venezuela, un país que aprenden a amar cada día más.

“Una anécdota graciosa, a veces andamos solas, los pacientes nos saludan, nos confunden, no se dan cuenta de que somos mellizas, y nosotros con pena respondemos, igual pasa con nuestros colegas. Cuando estuvimos como médicos de comunidad en Carabobo, cada una trabajaba en un consultorio distinto, una paciente fue atendida por mi hermana con la presión alta y mi hermana le mandó un chequeo y un día la paciente fue a mi consultorio que era el más cercano, se asombró al verme, ella creía que estaba hablando con mi hermana, que la habían cambiado de consultorio, yo le aclaré todo, luego seguimos atendiéndola las dos, era una paciente educada”.

Y con esa misma educación y respeto de sus pacientes, viven orgullosas estas hermanas de dar amor a un pueblo querido y de formar como profesoras, a una nueva generación de especialistas de la salud en Venezuela.

“Los pacientes muy agradecidos, es lo que uno se lleva de aquí, cuando uno tiene amor y cariño por la carrera todo es más lindo, no es solo dar las consultas en cuerpo de guardia, también hay que ir a sus casas, preguntar cómo sigue un enfermo, recorrer comunidades, y lo más reconfortante es escuchar ¡gracias a usted mi hija se curó!, es lo más reconfortante que nos ha pasado”, responde María.

Victoria sonríe: “siempre preparamos a nuevos profesionales con el mejor ánimo y la mejor disposición, es la generación que va a cuidar a los venezolanos, sin dudas, un gran reto, pero lo asumimos con mucho amor, porque son los que van a atender a este pueblo, los profesores nos han apoyado en nuestra capacitación, nos han dado indicaciones, recibimos cursos para hacer la tarea con más calidad. Nos viene por las venas, porque nuestra madre da clases en Cuba e impartió materias aquí en Venezuela, el puntal es alto, porque no es dirigir únicamente un año académico, es atender todos los años, entre ellos el 6to año donde casi son médicos, los que en un futuro atenderán a la población”.

Ser mujeres cubanas es una pasión que llevan María y Victoria en el pecho, en sus sonrisas, en las frentes altivas de estas hijas de una tierra indómita, hospitalaria, rebelde, Santiago de Cuba.

“A lo largo de la historia hemos visto que las cubanas siempre han dado un paso al frente, ahora como mujeres cubanas del siglo XXI nos corresponde seguir defendiendo las conquistas de la Revolución que no podemos perder, porque gracias a ella hoy somos doctoras y disfrutamos de derechos. Debemos seguir preparándonos, nunca dejarnos vencer, luchar por nuestros objetivos, nuestras metas, por el futuro, que nadie nos trunque el sueño, juntas vamos a seguir venciendo y construyendo el país, el mundo que necesitamos, nuestro mensaje es que las mujeres siempre tenemos mucho que decir y mucho que ofrecer, con las mujeres siempre se podrá contar y la opinión nuestra siempre va a ser para mejorar la vida”.

Victoria y María, dos mujeres cubanísimas, las mellizas hermanadas por la sangre y por profundos sentimientos de amor siguen fundando sueños en una tierra donde su madre sembró la semilla de la solidaridad.

Detalles en la propuesta radial.

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