Gratitud que expresa el amor entre dos pueblos

Como la valentía, la gratitud es la medida de los pueblos. En Venezuela, a Cuba se le quiere como a una hermana y, a los cubanos, como a guardianes del bienestar de los venezolanos.

A pesar del dolor ocasional, del contratiempo o la espera, desde la silla en la consulta, la cama de terapia o la puerta del CDI, siempre hay una mirada agradecida para la Misión Médica Cubana. Así se vive, lo mismo en las alturas de Mérida, Belén, Bejuma y Carayaca, que en los llanos centrales o en las costas de todo el norte venezolano.

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Y así se expresa también en las más humildes comunidades, como Cúpira o Machurucuto, en el estado Miranda, donde los médicos cubanos siguen regalando salud y recibiendo el abrazo agradecido de gente de pocas palabras, pero mucho corazón, gente como Juan Rodríguez y Carlos Manuel Barrios.

“Siempre me han atendido muy bien, con mucho cariño. Ahora mismo, llevo 3 días ingresado por los riñones y ya me siento mejor. No tengo quejas de la atención que he recibido, ha sido magnífico el trabajo de médicos y enfermeras.”

Barrios, curtido pescador de Machurucuto, lleva casi 20 años ahuyentando malestares con los médicos cubanos. “Son muy buenos. A mi señora y a mis hijas, que son las que más los han necesitado en la familia, siempre las han atendido de maravillas.”

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Amor con amor se paga, sobre todo, si se sustenta en la confianza. En Venezuela, que el pueblo confíe en los médicos cubanos para aliviar sus males es, sin dudas, la verdadera medida de su gratitud.

Y así lo remarca Juan, casi de alta de sus problemas renales en el Centro de Diagnóstico Integral “Antonio Briones Montoto”, de Cúpira: “Todos pueden venir al CDI de pueblo, hay muy buena atención.”

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